17.
Cuento los segundos que demora mi mano entre tu hombro y tu cintura Ida y vuelta, como las olas del mar, como la risa, como el vaivén de mis pasos En movimiento constante Tus brazos ya miden lo que los míos y me estiro para llegar a tus manos a la punta de tus dedos, tus uñas, las palmas ahora delgadas y marcadas. Ya no es suficiente mi meñique para tu equilibrio y tus ojos negros ya no me preguntan sobre la ternura Ahora se posan como colibries en cada lugar de la casa y acompañan cada movimiento de la ciudad y del río con su vuelo curioso y enérgico. Todavía conozco cada punto de la constelación de lunares que como un mapa me recuerda la primera vez que toqué tu mejilla y en un lugar del tiempo que no logro comprender te veo sentando sonriendo caminando llorando las manos ora entrelazadas, ora apretadas como un oráculo que descubro en tu olor. -el masaje va en dirección del músculo, en la panza en dirección de las manecillas del reloj-.