Go figure
Me molesta el que escribe de maternidad sin haberla vivido. Sin vivir la rabia del médico que te cose de afán porque quiere llegar a su casa, después de haber cosido tantas mujeres ese día, después de haberse vuelto sordo al dolor. Sin vivir la humillación de bajar la voz y ahogar el llanto para que te digan que está bien. Dejar ir la necesidad de su piel en tu piel porque esas son prácticas pasadas de moda y estamos en un hospital. Tomar al hijo en los brazos y saber que te miró y que esa mirada es lo más hermoso del mundo. Olvidar, empezar a olvidar, desde ese momento tantos momentos que tratas con fuerza de atesorar, pero que el sueño, el dolor, el llanto, la preocupación, van dejando en lo desechable.
Poner tu pezón en la boca minia y rogar ser un rio de leche
que le dé, de ahí en adelante, todo lo que necesita. Darse cuenta de la
inutilidad del sentimiento y de todas maneras continuar mirando, acariciando, besando,
oliendo, escuchando. Saber que ya no eres tu. Que sea lo que sea no importa si
eres tu, y que ahora el mundo ya no es un lugar hermoso y libre, sino un sitio
lleno de posibilidades, en los que hay que pensar rápido, y moverse aún más
para intentar, sabiendo la inutilidad de la idea, que no sufra, que no llore,
que no duela, que no…
Luego cargar, dar la mano, alimentar, limpiar. Hacer de eso
una respiración, un latido. Soñar distinto. Caminar lento y bajito. Cantar más.
Dormir leve. Despejar el camino. Ser eso que juraste nunca ser y entender
porqué hay que hacerlo o preguntarse porqué no puedes dejar de serlo. Ir
soltando. Darse cuenta que va a doler. Darse cuenta que hay que fortalecer las
piernas, las manos, los ojos, el corazón. Hay que enseñar a hablar, leer,
saltar, compartir, soñar, comer. Ir soltando. Llorar. Reirse. Abrazar, arruncharse,
besar, intentar meter al niño dormido entre la panza cuando se duerme abrazado
a ti. Un día cualquiera quitar el brazo para que pueda dormir mejor. Salir para
que pueda jugar mejor. Dejar de besar para que pueda vivir mejor. Llorar y reírse
otro poquito. No tener ni idea de qué está bien y de qué está mal. Conformarse
con el propio pensamiento y con el propio juicio. Dejar ir. Dejar ir. Ser para
siempre otro, estar para siempre en otro lado. Sentir allá y sobrevivir aquí.
Volver a ser tu. Recordar eso que prometiste no olvidar y
atesorarlo como una vida pasada. Soltar la mano y dejar la tuya como una
ofrenda.
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