Harvest night
Hay noches, hijo, en las que te veo dormido
y los brazos vuelven a ser paja, o algodón, o bueyes.
Vuelve a mi pecho el sonido bajo, continuo,
tu sueño se aquieta con mi mano en tus sienes.
Y tu risa, puro viento empezando a tomar la dureza
de la roca en el río: arena, hogar verde, cañón o castillo.
Pero dormido eres tuyo,
y en ti todos los secretos: hoy pelusa, ramita, que luego será nido.
¿Cuáles serán los pasos, los caminos?
¿Qué Sherezade te salvará a ti, en las noches, de la muerte?
Tan dentro y tan lejano,
viajas un tiempo en el que yo ya no existo
son hoy tan desconocidos los lunares de tu espalda,
como fue dulce el olor de leche en tu abrazo.
Siempre guadual, creciendo al sol y jugando con el viento al alba,
mi mano te guarda en la memoria,
del pie en la tierra,
del brillo en la mirada en la guayaba,
del movimiento que te aleja en el verano.
Te vuelves hombre, hijo, yo arena
la montaña nos va abrazando y separando
cuando seas cometa en el cielo
mis canas piedrita blanca de tus pasos.
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