Elegía en traducción (Meg Day)
Trataba de saludarte, pero tu no a mí.
—The Be Good Tanyas
Perdona mi sordera ahora que tu nombre está en otros labios:
cada boca recoge, para luego abrirse. Yo busco la ola,
cada boca recoge, para luego abrirse. Yo busco la ola,
el golpe de suerte en sus lenguas, lo que debería causar la ráfaga
que es tu nombre en esa suave oscuridad que reconozco, pero no puedo
explicar, como el mismo azul inconsciente de Sostén la caracola en tu oreja
mientras escucho la autopista fuerte y claro. Mis manos están llenas
de signos que nombran mi raza, la misma que ha esperado que el agua llegue
a sus orejas. O petróleo; grasa de un zorro con la hiel
de una liebre, grasa de oso diluida en orín caliente, pepas de durazno fritas
en manteca de cerdo y metidas a lo largo del cavum como cura; incluso una rama
dura, una piedra de bordes irregulares; cualquier cosa para abrir una brecha hasta el fondo
de ese tambor que les mantiene alejándose de esposas ancianas
o no -y de historias que hablan sobre lo adoloridos que estamos como
para continuar, y sin embargo, continuamos. Al fondo. Perdona
mi sordera al sonido propio, cómo lo confundí con una herida que
podrías haber sanado. Disculpa los lugares de los que tus palabras desperdiciadas
pudieron habernos salvado, si te hubiera escuchado con mis manos.
Vi en vivo a Joni, y así y todo pensé que un par de chicos gay podrían poner un parqueadero.
Como podría haber sabido que tu no vales la pena suena como ¿deberíamos hacerlo? incluso con las luces prendidas. Me dejaste decir Sí. Qué importa
si Johnny Nash puede ver claramente que Lorraine se fue - yo sólo quería escuchar
el mar. El audiólogo pregunta ¿suena como si estuvieras bajo
el agua? y yo sólo pienso en tu nombre. Pensé que era te
antes de amo, pero el recuerdo no es signo sino de mi certeza-
la redondez agrietada de tu boca tenía la misma forma mientras descansabas
o mientras pensabas, o fumabas, y las tres hacían un sonido similar:
Elegy in Translation
I was trying to wave to you but you wouldn’t wave back
—The Be Good Tanyas
Forgive me my deafness now for your name on others’ lips:
each mouth gathers then opens & I search for the wave
the fluke of their tongues should make with the blow
of your name in that mild darkness I recognize but cannot
explain as the same oblivious blue of Hold the conch to your ear
& hearing the highway loud & clear. My hands are bloated
with the name signs of my kin who have waited for water
to reach their ears. Or oil; grease from a fox with the gall
of a hare, bear fat melted in hot piss, peach kernels fried
in hog lard & tucked along the cavum for a cure; a sharp stick
even, a jagged rock; anything to wedge down deep to the drum
inside that kept them walking away from wives—old
or otherwise—& the tales they tell about our being too broken
for their bearing, & yet they bear on. Down. Forgive me
my deafness for my own sound, how I mistook it for a wound
you could heal. Forgive me the places your wasted words
could have saved us from going had I heard you with my hands.
I saw Joni live & still thought a gay pair of guys put up a parking lot.
How could I have known You are worthless sounds like Should we
do this, even with the lights on. You let me say Yes. So what
if Johnny Nash can see clearly now Lorraine is gone—I only wanted
to hear the sea. The audiologist asks Does it seem like you’re under
water? & I think only of your name. I thought it was you
after I love, but memory proves nothing save my certainty—
the chapped round of your mouth was the same shape while at rest
or in thought or blowing smoke, & all three make a similar sound:
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