Tumbaga


Mientras escribo esto, hay cuerpos bajo tierra 
esperando a ser identificados. 
Miles de niños están siendo asesinados en el mundo, 
como si nuestra especie 
estuviera decidida a la extinción. 

Sufrimos.
Discutimos sobre si son 6402 o 6400. 
Echo en falta la espada de Lion-O 
y la mirada de Medusa.

Pero mis dedos están decididos al absurdo,
y mientras el horror desborda las imágenes,
el haz de luz sobre el Valle, 
el silencio de las tejas de barro,
la sonrisa en el viñedo,
elefantes,
y la pregunta sobre el horizonte.

¿Es la sal en el mar por lo que preguntas 
o el agua?
(No tengo idea de cuál es la proporción de una y otra). 

Como si preguntaras por la relación entre insectos y ríos aéreos, 
o qué tanto extraña la tierra negra 
la caricia de las arrieras en su vientre, 
o el mar el graznido de las gaviotas. 

Me preguntas por el horizonte 
mientras veo el movimiento de las espigas de hierba en el viento.

Hay un genocidio, probablemente varios, ocurriendo mientras escribo.
Líbano hace un alto al fuego 
y Siria experimenta un asedio.

Las montañas se oscurecen en luz amarilla.
Las gotas sobre el parabrisas 
dan un aire navideño que no está del todo equivocado.

El peor escenario marxiano sucede 
y el estado no es sino la oficina 
de un CEO.

Las bancas de madera 
sobre un piso de gres más viejo que Cali.
Las torcazas insisten en armar con ramitas 
el nido en el alero.
Las hormigas se comen una colombina de corazón.

Caen misiles en varios lugares de la tierra.
Mientras tanto,
categorizo el concepto de literacidad en 542 papers
y veo las primeras hojas brotar
en las ramas del guayacán.



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