Ft. 1980.
Como si no fuéramos expertos
en las mil y una noches de la violencia narcopolítica.
Como si trescientos años de historia
no imprimieran el miedo y el odio en la memoria.
Como si desconociéramos al autor intelectual del incendio del Palacio,
de los asesinatos de periodistas y presidenciables,
de los niños que “no estarían recogiendo café”.
Nos sorprendemos.
Elegimos no ver la recurrencia del método:
el sicario,
el carro bomba,
la descalificación tibia del oponente.
Porque somos gente de bien, ante todo.
Académicos.
Grandes lectores.
Los elegidos de la post verdad.
Pensamientos de sábado en la noche, digo yo.
Pero bueno,
yo nací en los ochenta.
Qué voy a saber.
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