No tiene sentido la autoficción
Me dices
"No tiene sentido la autoficción",
mientras me hablas de tu ida
a una casa funeraria,
de los muertos y sus huesos rotos,
de los maquillajes y las vísceras.
"No tiene sentido la autoficción",
mientras me hablas de tu ida
a una casa funeraria,
de los muertos y sus huesos rotos,
de los maquillajes y las vísceras.
Se te olvida que tienes mi manuscrito
en el mesón de la cocina,
aunque con semejante juicio
no te lo voy a recordar.
Tampoco voy a decirte
que no existe literatura sobre el otro,
que ni siquiera hay lenguaje ajeno,
y que con semejante argumento
ha habido siglos y siglos
de ausencia femenina
en galerías, museos, imprentas, bibliotecas.
No me atrevería a preguntarte
las razones por las que reiteras
cabarets, muertes, viajes...
Es apenas admisible el tropo
de la cuidadora,
de las tres viejas,
de la que en Lesbos hacía ofrendas.
Es el ojo adentro,
y Freud afuera.
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