Insistencia de carpintero
A un sonido más
de borrar lo escrito,
a una caricia más
de ser vendaval,
acabando con esto que tirita,
de borrar lo escrito,
a una caricia más
de ser vendaval,
acabando con esto que tirita,
me lleno la médula
con verdes y azules
que poco tienen que ver
con algo más que grises y cobrizos.
Cierro los ojos.
Las cigarras,
constantes,
que poco a poco varían
en una,
dos,
cuatro
formas de cantar,
se confunden con motores,
grillos y tangaras.
Cierro los oídos.
Tu olor ya no está.
Queda la madera
oscura, dulce,
¿caoba o roble?
Tengo que cerrar los poros.
Ahora el recuerdo
me dispersa letras y letanías.
Estoy cansada, cansada, cansada.
Para qué tanto esfuerzo
en destruir lo que por años
ha funcionado.
¿Para qué la insistencia de carpintero?
Como si la trascendencia fuera
hablar sobre periódicos
o literacidades,
como si controlar entradas o salidas
me fuera a salvar del sueño
de una casa con flores,
una hamaca
y la canción en el fondo
de mi cuerpo sobre la tierra.
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