Hoy cumples años. El último que celebramos juntos fue hace 4 años, pero la cosa no funcionaba: acababa de irme de la casa más hermosa del mundo. Hoy estoy en otra casa, hermosa, construida con menos adornos pero con mejores bases. Y es tu cumpleaños, del que no me acordé a tiempo. Hubiera sido lindo despertarte con un feliz cumpleaños de Joaco. Pero se me olvidó. Hombre, de eso está hecha ésta relación: de disculpas y olvidos. Como el día que se te olvidó llegar a bañar a Joaco, o el día que se me olvidó que era tu compañera y me perdí en un mar de felicidad, como la cenicienta, hasta las 12.

Hoy cumples años. El golpe de los tenis sobre el pavimento, el "pull-back" de la trailla en el pecho, los pájaros. Un día como hoy salimos a caminar por el Virrey. Tu papá había tocado a una niña. No era la primera vez. Tú estabas destruído, y no parecías ver la conexión entre todo lo que iba pasando. Tu mamá también, pero se la llevaba quincenalmente a la casa. Yo decidí ese día que fuera lo que fuera ese frijolito que estaba en la panza, nunca lo iba a dejar contigo y tus papás solo.

¿50 años? Casi la edad de la guerra. La del Quindío, corazón de alguien, no mío aún. La de la Facultad. Pero vos no tienes ni puentes, ni departamentos. Tu producción se compone de dos hijos y muchas mujeres. Dos hijos hermosos, eso sí. Uno conmigo.

Que te des lo que no te has dado. Que puedas respirar, perdonar, perdonarte. Que ames de verdad. Que escuches los pájaros y sientas el frío en tus mejillas barbadas por lo menos tres días a la semana. Que construyas una casa con mejores bases, y ojalá, más hermosa. Feliz cumpleaños.

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