Prólogo - Y así, ella se adueña de ti
Prólogo - Y así, ella se adueña de ti
Patricia Smith
Esto no es la mañana. Hay una suciedad
volviendo lentos tus zapatos, algo que no debiste pisar.
Son cuentas rotas, flores pisoteadas, vómito -
qué belleza estúpida.
belleza a la que le puedes meter el dedo con manicura
a través y adentro, belleza que no depende
de ninguna oración que el sol cante, es un escarlata
fundido de whiskey sofocado del calor.
Llámalo distinto. Anoche tenía un nombre,
un nombre acuñado entre los dientes de un órgano, un nombre
bombeando a una virgen desprevenida, una maldición.
Gímelo, y a pesar de todo,
la luz débil, sombríamente triunfante, develará costras,
fragmentos de música inmunda, carros en venas colapsadas.
Toda la duda gris se resbala en la piel solemne.
Llámala Nueva Orleans.
Cada día ella vacila, sin saber qué tanto
puede soportar la inserción de agujas,
el murmullo grosero y embriagado de mendigos con coronas de neón,
collares que llueven.
Ella prueba su voz, que suena como cigarrillos,
sudor púbico, saliva negra recubriendo la campana de un saxofón
el tacón roto en unas tangas escarlata de drag queen.
Tu tipo de canto.
Extrañamente enamorada, bailas sus bordes, tomas
brebajes humeantes, lames tu desayuno tibio
directamente de su piel. Dale, admítelo.
Eres adicta
a sus caderas de ladrillo, al devaneo grueso que provoca
la forma en que te besa, a sus patrañas abiertas.
Ella prefiere los callejones, las grietas, los sótanos.
Diablos, déjala seducirte.
Este tipo de romance debilita la valía de los soldados,
dobla y quiebra la espalda, bebe maná de los músculos,
te dice Deja tu vida. Empaca tu maleta,
deja lo que es rígido
y debidamente prescrito. Déjala tocar ese espacio crudo
entre polla y paz, el lugar que da el guion de ese jazz.
Déjala escribirte cartas dirigidas a eso que pediste.
Tt - ta -tartamudea.
Nueva Orleans, p - por f- favor. No. Azul es el color
que te asombra la lengua. Por lo menos la ciudad pretende
recordar que está escuchando.
Sonríe con dientes brillantes,
Limpiando a fondo tu mente de esposo, de niños,
del ritual aletargado de la trama del trabajo y el jardín.
Suavemente te lleva afuera, a la oscuridad,
y te hace beber la lluvia.
Prologue—And Then She Owns You
BY PATRICIA SMITH
This is not morning. There is a nastiness
slowing your shoes, something you shouldn’t step in.
It’s shattered beads, stomped flowers, vomit—
such stupid beauty,
beauty you can stick a manicured finger
into and through, beauty that doesn’t rely
on any sentence the sun chants, it’s whiskey
swelter blown scarlet.
Call this something else. Last night it had a name,
a name wedged between an organ’s teeth, a name
pumping a virgin unawares, a curse word.
Wail it, regardless,
Weak light, bleakly triumphant, will unveil scabs,
snippets of filth music, cars on collapsed veins.
The whole of gray doubt slithers on solemn skin.
Call her New Orleans.
Each day she wavers, not knowing how long she
can stomach the introduction of needles,
the brash, boozed warbling of bums with neon crowns,
necklaces raining.
She tries on her voice, which sounds like cigarettes,
pubic sweat, brown spittle lining a sax bell
the broken heel on a drag queen’s scarlet slings.
Your kind of singing.
Weirdly in love, you rhumba her edges, drink
fuming concoctions, lick your lukewarm breakfast
directly from her crust. Go on, admit it.
You are addicted
to her brick hips, the thick swerve she elicits,
the way she kisses you, her lies wide open.
She prefers alleys, crevices, basement floors.
Hell, let her woo you.
This kind of romance dims the worth of soldiers,
bends and breaks the back, sips manna from muscle,
tells you Leave your life. Pack your little suitcase,
flee what is rigid
and duly prescribed. Let her touch that raw space
between cock and calm, the place that scripts such jazz.
Let her pen letters addressed to your asking.
You s-s-stutter.
New Orleans’s, p-please. Don’t. Blue is the color
stunning your tongue. At least the city pretends
to remember to be listening.
She grins with glint tooth,
wiping your mind blind of the wife, the children,
the numb ritual of job and garden plot.
Gently, she leads you out into the darkness
and makes you drink rain.
Comentarios
Publicar un comentario