Grietas (I)
No sabemos realmente
en qué momento
la pared empieza a agrietarse.
Si fue esa seguidilla de temblores,
la humedad de la temporada de lluvias,
la vejez de los materiales.
Pero sí recordamos el instante exacto
en que el yeso del cielo raso cae,
dejando una minúscula rendija
por donde entra
un
hilito
de luz,
y descubres
una claraboya
donde antes
una claraboya
donde antes
solo había oscuridad.
Un día,
un pedazo de pared se viene abajo.
Lo que antes fue refugio
ahora deja entrar
murciélagos,
zancudos,
lluvia,
y con ella los hongos,
el moho,
el liquen.
Entra la luz también.
Tú, sin embargo,
de la grieta hiciste un jardín,
reparaste la estructura
jugaste con flores y raíces,
luces y sombras,
fuiste una con el agua.
Ahora tu casa tiene un jardín en el centro.
Una estructura soportada en mil grullas.
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