Para tu memoria
Vuelvo a tomar el tambor. Reviento un hilo. Lo llevo hasta donde el dibujo deja la seña. Corto. Repito la acción. Cada hilo roto tiene un pensamiento sobre los dedos de mi abuela y la práxis que existe en los dedos gruesos, morenos, con las uñas increíblemente elegantes, como si nunca hubieran pasado por las cebollas, el maíz y la papa. De pronto, su mano es la mía, pasando la aguja entre el dibujo. Bordo tu corazón con las historias del hilo que abraza, como esta camisita que imaginamos, que bordamos -mi abuela y yo- para que te entibie la piel.