Para tu memoria

Vuelvo a tomar el tambor.

Reviento un hilo. 
Lo llevo hasta donde el dibujo deja la seña. 
Corto.

Repito la acción. 

Cada hilo roto tiene un pensamiento 
sobre los dedos de mi abuela
y la práxis que existe 
en los dedos gruesos, morenos,
con las uñas increíblemente elegantes,
como si nunca hubieran pasado
por las cebollas, el maíz y la papa.

De pronto,
su mano es la mía,
pasando la aguja entre el dibujo.

Bordo tu corazón 
con las historias 
del hilo que abraza, 
como esta camisita 
que imaginamos,
que bordamos
-mi abuela y yo-
para que te entibie la piel.

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