Te extraño en lo que extraño en mi. Me recuerdo en los pasos que damos por las calles de Chapinero, con un cigarrillo y una botella de agua, entre el espanto y la ternura.
Me angustia dejarte ir, como debería ser, además. Si te vas, se va contigo el aire frío y la sensación de mariposas en la panza. No eres tú, entonces. Es esa dulzura en mi mirada, ese sabor en la boca, el olor que me queda en los muslos. Es el deseo. Es volver a sentarse a escribir. Otra excusa para distraerse y no llegar a donde había pensado, ponerle un filtro amarillo al día y ver, sin otra necesidad, a los azulejos en la verja.
Y sin embargo, ya no estás. Nunca te vas a enterar de mis despertares a las tres de la mañana, del baile que de 430 a 630 religiosamente practico como amuleto contra el desamor. No me servirás un café en la mañana, no discutiremos sobre recibos de energía o si hoy te toca o me toca tender la ropa entre la naranja y el mango. Eso ya está cubierto, y con tanta eficacia que sé cuándo vienen las tormentas, el fuego, el aire tibio, tibio, tibio. Pronostico minuciosa y tranquilamente cada movimiento, me adelanto y lo incorporo al tablero, nada se sale de ese encuadre en el que empieza un canto de seis notas y termina con mi cara hacia la pared.
Y sin embargo, ya no estás. Nunca te vas a enterar de mis despertares a las tres de la mañana, del baile que de 430 a 630 religiosamente practico como amuleto contra el desamor. No me servirás un café en la mañana, no discutiremos sobre recibos de energía o si hoy te toca o me toca tender la ropa entre la naranja y el mango. Eso ya está cubierto, y con tanta eficacia que sé cuándo vienen las tormentas, el fuego, el aire tibio, tibio, tibio. Pronostico minuciosa y tranquilamente cada movimiento, me adelanto y lo incorporo al tablero, nada se sale de ese encuadre en el que empieza un canto de seis notas y termina con mi cara hacia la pared.
Comentarios
Publicar un comentario