Occidental
La distancia entre tu pecho y mi abrazo se mide en gotas de lluvia, en los instantes en que el círculo estrellado cae sobre el asfalto, en la tierra negra, en las hojas, para luego deslizarse hasta el micelio, raíces y pozos profundos. Se mide en cuántas gotas logran fundirse con otras, y otras, y miles, hasta que ya no es una, sino un río. Luego, en mililitros contra la ventana, escapando de los bracitos del parabrisas, bajo las ruedas que se deslizan con finura en la montaña. Entre tu pecho y el mío, hay una montaña, y un par de ríos, y miles de gotas, y tantos minutos, y ahora, además, cientos de cangrejos que arañan la arena sin saber a dónde ir.