Estrellas de invierno - Winter Stars (Larry Levis)
(special thanks to Jared Beloff, for the Bsky recommendation)
Mi padre le rompió una vez la mano a un hombre
sobre el tubo de escape de un tractor John Deere. El hombre,
Rubén Vásquez, quería matar a su propio padre
con un cuchillo de fruta afilado, y tomó
la parte curva de la punta, suavemente, entre sus dos primeros
dedos, para poder cortar
horizontalmente y con una gracia sorprendente,
a través de la garganta. Fue como un espolón centelleante en la mano
y, por un momento, la luz se quedó congelada
en las enredaderas. Cuando todo acabó,
mi padre solo entró y almorzó, y luego, como siempre,
se quedó tranquilo en la oscuridad, escuchando música.
Nunca se habló al respecto.
Nunca entendí como podría alguien arriesgar su vida,
y luego escuchar a Vivaldi.
Algunas veces, salgo a este patio de noche,
y miro a través de las ramas húmedas de un roble
en inverno, y me doy cuenta que estoy mirando a las estrellas
de nuevo. Una bruma delgada de ellas, brillando
y persistiendo.
Antes me hacía sentir más ligero mirarlas.
En California, esa luz estaba más cercana.
En una California que nadie va a volver a ver,
mi padre está empezando a morir. Algo
en su interior está llevándose
cada palabra que alguna vez le dio.
Ahora, si intentamos hablar, veo a mi papá
buscando la sílaba perdida como si esa sílaba pudiera
resolverlo todo, y a pesar de que no puede recordar, ahora,
la palabra para nombrarla, tiene verguenza...
Si piensas en la mente como un lugar constantemente
visitado, una ciudad completa localizada tras
los ojos y brillando, puedo imaginar, ahora, su final.
Como cuando las luces se apagan, una a una,
en un hotel, de noche, hasta que por fin
todos los viajeros se quedan dormidos, o hasta
que el resplandor del lobby es una forma
de sueño; y mientras la mujer tras el mostrador
se pone otra capa de esmalte en las uñas,
casi que puedes creer que el ascensor,
mientras sube, se va a abrir en la luz de las estrellas.
Me paro afuera, en la calle, y no entro.
Ese fue el acuerdo desde mi nacimiento.
Y por años creí
que lo que quedó sin decir entre nosostros se había vuelto vacío
y puro, como la luz de las estrellas, y que persistía.
Estaba equivocado.
Terminé creyendo en las palabras de la misma manera en la que los científicos
creen en el carbón, después de la muerte.
Hoy estoy hablándote, papá, a pesar
de que todo está en silencio acá en el Medio Oeste, donde un vientecito
del tamaño de un puño levanta el frío de nuevo -
que puede que sea todo lo que queda de tí y de mí.
Cuando me fui de la casa a los diecisiete, me fui para siempre.
Ese brillo pálido de las estrellas sigue y sigue,
como una risa que ha encontrado una forma final, silenciosa,
en un cielo negro. Significa todo
lo que no se puede decir. Mira, afuera está vacío, y frío.
Lo suficientemente frío para reconciliar
incluso a un padre, incluso a un hijo.
Winter Stars
My father once broke a man’s hand
Over the exhaust pipe of a John Deere tractor. The man,
Rubén Vásquez, wanted to kill his own father
With a sharpened fruit knife, & he held
The curved tip of it, lightly, between his first
Two fingers, so it could slash
Horizontally, & with surprising grace,
Across a throat. It was like a glinting beak in a hand,
And, for a moment, the light held still
On those vines. When it was over,
My father simply went in & ate lunch, & then, as always,
Lay alone in the dark, listening to music.
He never mentioned it.
I never understood how anyone could risk his life,
Then listen to Vivaldi.
Sometimes, I go out into this yard at night,
And stare through the wet branches of an oak
In winter, & realize I am looking at the stars
Again. A thin haze of them, shining
And persisting.
It used to make me feel lighter, looking up at them.
In California, that light was closer.
In a California no one will ever see again,
My father is beginning to die. Something
Inside him is slowly taking back
Every word it ever gave him.
Now, if we try to talk, I watch my father
Search for a lost syllable as if it might
Solve everything, & though he can’t remember, now,
The word for it, he is ashamed . . .
If you can think of the mind as a place continually
Visited, a whole city placed behind
The eyes, & shining, I can imagine, now, its end—
As when the lights go off, one by one,
In a hotel at night, until at last
All of the travelers will be asleep, or until
Even the thin glow from the lobby is a kind
Of sleep; & while the woman behind the desk
Is applying more lacquer to her nails,
You can almost believe that the elevator,
As it ascends, must open upon starlight.
I stand out on the street, & do not go in.
That was our agreement, at my birth.
And for years I believed
That what went unsaid between us became empty,
And pure, like starlight, & that it persisted.
I got it all wrong.
I wound up believing in words the way a scientist
Believes in carbon, after death.
Tonight, I’m talking to you, father, although
It is quiet here in the Midwest, where a small wind,
The size of a wrist, wakes the cold again—
Which may be all that’s left of you & me.
When I left home at seventeen, I left for good.
That pale haze of stars goes on & on,
Like laughter that has found a final, silent shape
On a black sky. It means everything
It cannot say. Look, it’s empty out there, & cold.
Cold enough to reconcile
Even a father, even a son.
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