Si te amara no sería como la pasiflora subiendo por tus ramas para exhibirse; si te amara, no imitaría al jilguero que canta monótonamente bajo la sombra verde; Tampoco sería como el manantial que todo el año brinda calma y frescor, ni como el risco, que aumenta tu altura, resaltando tu majestad. Ni siquiera como la luz del sol o la lluvia de primavera, ¡no, no sería suficiente! Debo ser, a tu lado, como la ceiba, como un árbol, de pie junto a ti, compartiendo tu forma e imagen. Las raíces enlazadas bajo la tierra, las hojas acariciándose en el cielo. Cada vez que el viento sople, saludarnos sin que nadie entienda nuestra lengua. Tú, con tus ramas de bronce y tu tronco de hierro, cual forja ancestral; yo, con mis flores encendidas, densas como un suspiro, ardientes como una antorcha. Juntos, ante el frío, el viento, el trueno y el relámpago, compartiendo niebla, llovizna y arcoíris. Así nos veamos separados, somos una sola vida. Es este el amor verdader...