Cuídate del hombre cuya letra se mece como una caña al viento (parte I) (Anne Carson)

Este es un ensayo sobre manos y escritura a mano. Pienso en la escritura a mano como una forma de organizar el pensamiento. Me gustan las formas. Me gusta ordenarlas. Pero debido a recientes cambios neurológicos en mi cerebro, siento que las formas se me escapan. Mi responsabilidad con las formas no puede ser satisfecha elegantemente. Sin embargo, les ofrezco esto con la esperanza de que no les parezca desordenado o deprimente. 

Para evitar de inmediato ser deprimente, porque los inicios son importantes, voy a empezar con un poema del poeta romano Cátulo, quien vivió en el siglo primero a.C., y murió a los treinta años. El mismo fue el inicio de la tradición lírica poética de Roma. Este es el fragmento 46, un poema invocando el inicio de la primavera:

Now spring unlocks!
Now the equinox stops its blue rages quiet
as pages.
I tell you, Catullus, leave Troy, leave the ground burning, they did.
Look we will change everything, all the meanings,
all the clear cities of Asia you and me.
Now the mind, isn’t she an avid previous hobo?
Now the feet grow leaves so glad to see whose green baits
awaits.
Oh sweet don’t go
back the same way, go a new way.

(Ya la primavera trae sus tibios calores, ya la furia del cielo invernal empieza a
callar ante las dulces brisas del Céfiro (133).
Dejemos, Catulo, las llanuras frigias y el fértil campo de la abrasada Nicea (134):
volemos a las ilustres ciudades de Asia (135)
Ya desbocado mi corazón ansía viajar, ya
mis pies se robustecen ufanos de entusiasmo.
Adiós, dulce compaña de amigos, a los que, tras haber marchado a un tiempo
lejos de casa, caminos distintos, con variada fortuna, traen a ella.) (tomado de 
http://imperivm.org/poemas-de-catulo-obra-completa/)

Cada célula de nuestro cuerpo contiente todos nuestros genes, pero no todos nuestros genes estan activos o expresados. Cuano un gen se activa, hace una nueva proteina que altera la estrutura y la función de la célula. Esto se llama la función de transcripción porque cuando el gen se activa, la información de cómo generar estas proteínas se transcribe o lee desde el gen individual. 

Cátulo fue, probablemente el poeta favorito de Cy Twombly, un pintor que usaba mucho la escritura a mano en sus lienzos. Los críticos se sintieron provocados por este uso, y Roland Barthes escribió un ensayo al respecto en La responsabilidad de las formas. Cómo dibujar una línea que no sea estúpida, es la pregunta que busca respuesta en el ensayo. Cómo dibujar una línea que no sea estúpida: ¿no es ese uno de los grandes problemas humanos? Sea yo misma, o Hitler, o Wilhelm von Humboldt, sigue siendo un problema de la vida humana.

Empecemos con la vida, tu vida. Está ante tí - posiblemente un camino, una cinta, una línea punteada, un mapa - digamos que tienes 25, luego tomas dicisones, haces cosas, tienes rezagos, triunfos, te vuelves alguien, un conductor de bus un profesor, un pirata, los años pasan, de pronto en familia, de pronto no, quizá felíz quizá no, y luego un día te levantas y tienes setenta. Si miras hacia adelante, ves una puerta negra. Empiezas a notar que la puerta negra está siempre ahí, en el borde, la mires o no. La mayoría de los momentos la contienen, la mayoría de los momentos tienen algún tipo de sedimento de la puerta negra en el fondo del vaso. Te preguntas si otros también lo ven. Les preguntas. Te dicen que no. Preguntas por qué. Nadie te puede decir.

Hace un minuto tenías 25. Luego seguiste en la búsqueda de la vida que querías. Un día miras desde los 25 al día de hoy y ahí está, el portal negro, esperando.

Cuando me diagnosticaron con Párkinson, un síntoma particularmente mortificante fue que mi escritura a mano se desintegró. Me daba placer escribir en cuadernos, estanterías completas, día tras día, año tras año. Ahora que las líneas se curvan, o rompen, o van en todas las direcciones, las vocales se reducen a manchas, la inclinación pierde su ángulo elegante, todo da pena. O, como Barthes diría, estúpido. Borro párrafos enteros de la verguenza. 

Es difícil describir o explicar la vergüenza que da tener mala letra.

La mala letra es fea. Parece un poco estúpida. Iba a decir que se siente inauténtica, pero luego me di cuenta que, en este caso, es lo opuesto. En su imperfección, mi caótica letra parece revelar algo sobre mí que preferiría no ver. Revela lo que Gerard Manley Hopkins llama el inscape (singularidad, paisaje interior). Como Confucio dijo: "Cuídate del hombre cuya letra se mece como una caña al viento". La grafología, como estoy segura que sabes, es el estudio de la letra como una pista para el análisis del caracter. Difícil creer que no lo sea. 

Si mi escritura se inclina a la derecha, soy una persona fuertemente influenciada por mi padre; si soy procrastinadora, puntúo mis íes hacia la izquierda; si soy Hitler, tengo una letra muy muy pequeñita y puntúo mies íes con un guión. Y aquí hay un dato curioso sobre manos: cuando a una persona que ha quedado paralizada del cuello para abajo se le dan herramientas para que escriban con su boca, reproducen el mismo estilo de escritura que antes de la parálisis. Tu letra es tu cerebro, y tu cerebro eres tú. 

Pero el Párkinson lo daña todo. Apaga unos genes específicos en las células del cerebro, nadie sabe por qué. Esto lleva a que se reduzcan niveles de un químico llamado dopamina en el cerebro y a ritmos eléctricos inusuales. Muchas aciones físicas se inhiben o acaban, como cepillarse los dientes, o escribir a mano. Pero la desintegración escrita es sólo la imagen del principio de un declive cognitivo cuyos efectos graduales incluyen desorden, discontinuidad, olvidos, vacíos y fisuras, ralentizaciones y paradas. En El cerebro que se cambia a sí mismo, el psiquiatra Norman Doidge dice:

Lo que tomo de esta cita es que el cerebro tiene su propia letra, que depende de cierta proteína. Puedo imaginarme a mi probre cerebro agitando sus manos con desespero para encontrar que toda la proteína de la buena letra se acabó, o está en desorden.

Cómo dibujar una línea que no sea torpe.

¿Cuando los críticos hablan del "estilo tardío" de Beethoven o Baudelaire, se refieren a marcas en el papel así como (cual indicios) presencias en el cerebro? Aquí entramos en una zona inestable. Manos entre las manos. Vectores metabólicos y metafóricos se superponen. ¿Es confuso? Sí, lo es.

"En la historia del arte, las obras tardías son catástrofes", escribió Theodor Adorno en Ensayos sobre Música. Como no soy muy dada a considerarme a mí misma una catástrofe, cambiemos de estilo tardío a estilo temprano. Los sistemas de escritura más antiguos se desarrollaron de manera independiente en cuatro lugares: Oriente Próximo, Egipto, China y México. Empezaron como sistemas de conteo o de contabilidad: una forma de llevar las cuentas de bienes o dinero. Más tarde (es decir, miles de años después) la preocupación por la vida después de la muerte allanó el camino para la literatura al usar la escritura en inscripciones funerarias. Podría decirse que la muerte y la propiedad, dos de nuestras ansiedades más básicas, parecía poder manejarse, o al menos aplacarse, a partir de la inscripción de marcas en una superficie, y así, haber inspirado los primeros sistemas de escritura. 

Me interesa la psicología de un momento particular en esta evolución, el momento de transición del ámbito de lo material (bienes y dinero) al de las palabras y las ideas (poemas sobre muerte). Regresemos al año 3500 a.C., al reino de los sumerios (lo que hoy es Irak). Allí, la gente llevaba registro de sus deudas contando fichas de arcilla y poniéndolas en un recipiente del mismo material. Para simplificar las cosas, algunos contadores empezaron a marcar en el exterior del recipiente de arcilla para indicar el número de fichas en su interior. Probablemente el números de fichas en el interior del recipiente sería el mismo que el de las marcas en el exterior. Pero ¿y si no era así? ¿Había margen para el error o la duplicidad? De cualquier manera, cuando el exterior no corresponde al interior, las cosas pueden salir, o han salido, mal. Este límite no es tan simple.

Seguramente estoy pensando demasiado en este momento imaginario de la escritura temprana. Pero me fascina cómo la introducción de una dialéctica entre el interior y el exterior polarice los atributos de cada uno y pueda deslizarse tan facilmente hacia juicios de lo correcto e incorrecto, bueno o malo.

Así que seamos un poco más sutiles con el problema de la mala letra. Parece haber dos soluciones posibles:

1. Perfeccionar el oficio, para que la letra no sea mala.

2. Renunciar al oficio para que la imperfección no importe. 

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